miércoles, 10 de mayo de 2017

El dolor de un adiós

El concepto dolor, a veces se queda corto, cuando tenemos que explicar lo que se siente al decir adiós; una separación, marca profundamente a cada persona y lo que provoca, es una sensación comparable al ahogo, al desgarro y a la impotencia más absoluta.Las lágrimas brotan solas y la sensación de soledad crece por momentos; incluso, es muy posible, que aparezcan los sentimientos de culpa, con preguntas como:
  • “¿he hecho lo que debía hacer?”
  • “¿será culpa mía?”
  • “¿en qué me he equivocado?”
Sólo nosotros sabemos lo que ha ocurrido
Sólo nosotros, sabemos cuál es la respuesta a nuestras preguntas. Autoculparse, es fácil y, posiblemente, la respuesta más sencilla a todo lo que ocurre. Sin embargo, ese camino, tan sólo conduce a generar más dolor, y a aportar sensaciones muy negativas en nuestro interior; esas sensaciones, probablemente no sepamos controlarlas, y nos conducirán, casi irremediablemente, a una situación de estrés, depresión o sentimientos similares.

Culparse por las cosas que nos ocurren 
NO es lo más razonable.

Cuando se produce la separación, de algo o alguien que queremos, ya sea motivada por nosotros o no, el dolor producido es inmenso y, probablemente, no nos permita pensar con claridad en ese momento; siempre he dicho, que no se puede pensar o tomar decisiones en los momentos de mayor dolor, o en los momentos de mayor alegría; dejemos que pase el tiempo; cada persona precisará de tiempos distintos, pero el tiempo, ha de pasar.

Como humanos que somos, las costumbres nos guían, y todo aquello que las altera, nos causa estrés; un adiós, es una de esas situaciones que más estrés nos genera, pues implica el final de algo; una situación que nos era familiar durante tiempo. se ha acabado, probablemente para siempre, y eso es difícil de digerir.
Una vez pase el tiempo que necesitamos, el primer paso es tomar conciencia de la palabra adiós; no es un hasta luego, es un adiós. Todo ocurre por algo, y las separaciones también; si nos encontramos en esa situación, ya sea motivada por nosotros o no, pensemos en el por qué de esa decisión; insisto en que todo ocurre por algo y, nuestro subconsciente, no es tan tonto como a veces pensamos..
Pensamos en las situaciones que nos han llevado hasta ese momento del adiós y, aprendamos a valorarlas:

¿Fácil? no … ¿Necesario? si

Si lo pensamos fríamente, echar de menos situaciones determinadas, es sólo una alteración de nuestra rutina.
No duele el dolor como tal, duele la alteración de una rutina que nos provocaba sensaciones de felicidad; por lo tanto, creemos más rutinas y, paralelamente, comprendamos que si ha existido una separación, es por algo; tarde o temprano comprenderemos el motivo.
Cuando ocurre ese proceso y alguien nos dice estas palabras, es probable que nos den ganas de soltar alguna “lindeza”, pero el tiempo pone cada cosa en su sitio y nos aporta las respuestas que necesitamos.
Ya sea una persona, una mascota querida o una posesión, el proceso es el mismo.
En mi caso, estoy diciendo adiós a dos elementos de mi vida que me aportaban muchísimas cosas; la separación de uno de ellos no fue mi decisión, la otra si; ahora mismo tengo en mi interior, todos los tipos de dolor que puedan generar la palabra adiós.
Desconozco si estoy haciendo bien las cosas o no; tampoco sé cuál es el motivo real de todo lo que está ocurriendo; sólo sé que, todo ocurre por algo; sé que, aunque mi primera tendencia es culparme a mi mismo de todo lo que esta ocurriendo, existen otros motivos ajenos a mi, que han ayudado a crear esta situación.
Esperaré a calmarme, y entonces, tal como la experiencia me dice, sé que comprenderé lo que está ocurriendo;
Nunca olvidaré a quien se aleja de mi; nunca dejaré de pensar en ellos; pero sé que estén donde estén, todos aprenderemos a vivir y, sé que algún día, comprenderé lo ocurrido.
Hasta entonces, gestionaré mi dolor, crearé nuevas rutinas y buscaré nuevas sensaciones en mi vida; conoceré más personas y aprenderé de todas ellas; cuantas más cosas consiga aprender, mayor será mi capacidad de comprensión hacia las cosas que me suceden.